" Ocúpate de hacer el bien, y el mal automáticamente desaparecerá"
Rabí Najman de Breslov
Todas las personas, sin excepción, no estamos exentas de actitudes erróneas ante la vida. Algunos se dejan guiar por su egoísmo y falta de empatía, otros agachan la cabeza ante los problemas de la vida y protestan diciendo: “¡Que mundo más injusto!”.
Pienso que este último grupo (entre los que me incluyo) deberíamos cambiar “la protesta” sin más y preguntarnos a nosotros mismos: ¿Qué hacemos para que el mundo sea más justo? Esta pregunta me llevó a la siguiente reflexión.
Ante un problema de difícil solución, solemos sentirnos desamparados. Algunos consiguen pasar el bache con mucho esfuerzo emocional, otros caen por el camino, presas del desánimo. Entran en un bucle de tristeza, apatía y desánimo que les hace ver el mundo desde un punto de vista oscuro. Caen en actitudes erráticas e incluso destructivas, con todo lo que eso conlleva.
Los que consiguen atravesar el problema (o sobrevivirlo), se sienten solos y desamparados durante mucho tiempo. Pero al encontrar a alguien que se encuentra en esa "antigua" situación, sienten el impulso de ayudar de todo el corazón. Son conscientes de lo que implica estar solo ante un problema. Saben que se pasa mal, y lo mejor que sienten que pueden hacer, es evitar que esas situaciones "injustas" continuen en otras personas.
Una actitud positiva, en tiempos tristes, es lo mejor para poder ayudar a los demás. Podemos contagiar nuestra alegría a la gente que nos rodea. Con solo ese gesto, podemos hacer que el mundo sea un lugar un poco mejor.
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