jueves, 18 de septiembre de 2014

La sombra

En una calurosa noche de verano, pude ver desde la ventana de mi habitación, como un árbol proyectaba su enorme sombra encima de la cama. Amenazante, perturbador, prometía batallar con mi perpétuo insomnio arrojandome su oscuridad sobre mi. ¿Qué podía hacer ante semejante criatura hostil?
Observaba sus largas garras, sus pequeñas hojas afiladas proyectadas en mis brazos, me hacía temer lo peor. ¿Y si estaba despierta viviendo una auténtica pesadilla?
La temblorosa luz de la farola, parecía parpadear y en ocasiones la sombra se perdía en la oscuridad nocturna. Cuando parecía que podría, por fin, intentar conciliar el sueño... de nuevo esa lucecita indecisa volvía a funcionar.
Como un segundo edredón, caía esa negra sombra en mi... me asustaba, me asfixiaba. Trataba en vano de controlar lo incontrolable, esa sombra no era más que el reflejo de mi gran temor.
Lo irracional, lo nocturno, lo inconsciente... lo indecible. 


lunes, 20 de enero de 2014

Noche

Es noche cerrada, hace frío y todo está en silencio. La luna hoy va menguando, hasta esconderse bajo un velo negro que la ocultará hasta su nuevo renacimiento. De nuevo a horas intempestivas, mi sueño se ha volatilizado. En silencio me acompaña mi soledad y mi desazón.
Trato en vano intentar acallar mi mente, mi parlanchina mente, que aprovecha el silencio ensordecedor que brinda la noche para hablarme de temores. Esos temores que cargas a las espaldas durante todo el día, que ignoras con estoicismo, pero a la noche... en la negra y oscura noche; florecen, se engrandecen y se muestran en todo su esplendor.
¿Y que hacer para tratar de empequeñecerlos? Escribir... solo se me ocurre escribir, porque no tengo otro modo de acallarlos ni de afrontarlos.
Cada noche de insomnio, es una batalla que libro en mi mente y se que algún día seré libre de ese indeseable invitado que es el no dormir. Pero entre tanto, en la oscuridad de esta noche me encuentro mirándome en esos espejos distorsionados de los temores. Tratando de averiguar porque vienen a mi, porque debo de perder lo más sagrado que es el dormir.