lunes, 20 de enero de 2014

Noche

Es noche cerrada, hace frío y todo está en silencio. La luna hoy va menguando, hasta esconderse bajo un velo negro que la ocultará hasta su nuevo renacimiento. De nuevo a horas intempestivas, mi sueño se ha volatilizado. En silencio me acompaña mi soledad y mi desazón.
Trato en vano intentar acallar mi mente, mi parlanchina mente, que aprovecha el silencio ensordecedor que brinda la noche para hablarme de temores. Esos temores que cargas a las espaldas durante todo el día, que ignoras con estoicismo, pero a la noche... en la negra y oscura noche; florecen, se engrandecen y se muestran en todo su esplendor.
¿Y que hacer para tratar de empequeñecerlos? Escribir... solo se me ocurre escribir, porque no tengo otro modo de acallarlos ni de afrontarlos.
Cada noche de insomnio, es una batalla que libro en mi mente y se que algún día seré libre de ese indeseable invitado que es el no dormir. Pero entre tanto, en la oscuridad de esta noche me encuentro mirándome en esos espejos distorsionados de los temores. Tratando de averiguar porque vienen a mi, porque debo de perder lo más sagrado que es el dormir.