jueves, 18 de septiembre de 2014

La sombra

En una calurosa noche de verano, pude ver desde la ventana de mi habitación, como un árbol proyectaba su enorme sombra encima de la cama. Amenazante, perturbador, prometía batallar con mi perpétuo insomnio arrojandome su oscuridad sobre mi. ¿Qué podía hacer ante semejante criatura hostil?
Observaba sus largas garras, sus pequeñas hojas afiladas proyectadas en mis brazos, me hacía temer lo peor. ¿Y si estaba despierta viviendo una auténtica pesadilla?
La temblorosa luz de la farola, parecía parpadear y en ocasiones la sombra se perdía en la oscuridad nocturna. Cuando parecía que podría, por fin, intentar conciliar el sueño... de nuevo esa lucecita indecisa volvía a funcionar.
Como un segundo edredón, caía esa negra sombra en mi... me asustaba, me asfixiaba. Trataba en vano de controlar lo incontrolable, esa sombra no era más que el reflejo de mi gran temor.
Lo irracional, lo nocturno, lo inconsciente... lo indecible.